Televisor
encendido, a pleno volumen, y de hecho ocupa el lugar más importante de la sala,
tal vez sea crecidamente más grande que mi propia sala, es lo más importante y
cuanto más grande, mejor. Pueden faltar sillas, sillones, mesa central, muebles
o cuadros en fin cualquier mobiliario de la sala, si cualquier cosa, pero no un
televisor. Y tiene que ser como Dios manda, ultra Smart, Smartscreen, Smartnet,
y todos los Smart que puedan existir y de todas las pulgadas posibles que el
mercado de entretenimiento nos lo pueda proveer, en consecuencia, ocupará el
lugar más importante del hogar. Diablos es tan inteligente que me niego usarlo,
pues rehúso a aceptar que cualquier objeto doméstico que me rodea sea más listo
que yo, pero la verdad es que, todo lo que me rodea de hecho ya lo es.
Por lo que prefiero estar al mando, aunque sea sólo de mi propio televisor, marca Zenith, y de manera manual, ya que dispone de una perilla para cambiar de canales, o con mi control de la era de los Picapiedra. Y es que este televisor, al ser vintage, posee una especie de trasero o poto descomunal tras la pantalla oval, y que mis menores hijas cuando, las dejo entrar a mi covacha*, donde éste está alojado, me interrogan acerca de esta parte gigantesca que tiene en la parte posterior. ¡Es la otra parte del televisor!, les explico, pero no alcanzan a comprender porque, mi tv tiene esa peculiaridad ciclópea.
Lo
bueno es que realmente logro disfrutar en él, de cualquier programa, por cierto,
ninguno de programación doméstica ya que estos me producen estrés post traumático, por la
pobreza y miseria de sus contenidos.
Me
doy una vuelta por la sala de la casa, a ver qué en que anda la familia, y como
es habitual, cuando no están haciendo sus particulares quehaceres, la postal
típica de ella es: todos los miembros muy cómodamente sentados, incluido
nuestros pets, arremolinado cada uno a su manera, en su rincón preferido, y claro,
un super inteligente televisor encendido, haciendo lo suyo, y el resto de la
familia también, es decir, cada miembro del hogar concentrado en lo que mejor
saben hacer, es decir, examinando y revisando concienzudamente sin parar sus móviles,
ultra y super inteligentes. ¡Diablos! No perciben ni siquiera mi presencia. Bueno
en realidad donde quiera que esté, siempre paso inadvertido, pero acá en la
casa ya es imposible hacer tangible mi manifiesta presencia, por lo que, la
única alternativa para poder comunicarse con cualquiera de los miembros de mi familia
que están allí, frente a mí, es recurrir
a mi móvil, por lo que trato de tímbrarles, pero nada, les vuelvo a marcar, nada,
y recién cuando recurro a sus redes sociales, allí reparan y me responden: ¡papá hola, dónde andas!, estando
prácticamente al lado suyo, por lo que sólo atinó
a decirles que: ¡nada, que todo está bien, y quería saber, qué van
almorzar, ya que como estoy en el polo sur,
tal vez demore en llegar!, a lo que me contestan, ¡ya papi, ok, nos vemos luego!. Y siguen concentradas
en sus redes, sin levantar la mirada.
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