No hay manera ni forma de eludirme de ella(s). Haga lo que haga o
deje de hacer, perpetuamente están omnipresente acosando mi existencia.
Me dispongo a escuchar un poco de música por la radio, pero esta propaganda
que trato de eludir, también está allí, anclada, y se repite una y otra vez.
Opto por mirar un poco de tv, en el aparato vintage analógico que aún sobrevive en mi covacha, con la esperanza que
esos algoritmos digitales que fluyen de mi ordenador o móvil, los cuales uso
diariamente, no hayan contaminado a ésta tv viejita, - (al parecer) esta inteligencia
artificial binaria que detentan todos estos dispositivos basados en el estudio y análisis concienzudo de mis
propensiones e insatisfacciones -, pero al parecer no es así, y al contrario éstos
arbitrariamente se empecinan en mostrar aquello que trato de evadir.
Y es la misma y rutinaria pauta publicitaria durante las cuatro
estaciones del año, se empecina en venderme un bien o servicio que sé, que no
necesito.
Bueno en este punto, me pregunto tal vez debería demandarlos por
copar todo el espacio publicitario de todas y cada una de las plataformas de
comunicación que rodean mi existencia, con la misma cuña propagandista, por
acoso y hostigamiento durante todo el día, todas las semanas, todo el año, como
si se tratara de un sistema predeterminado.
Pero cómo demandar a este algoritmo o a los dueños de estos, con
el agravante, en primer grado, alevosía y premeditación, pues se presupone son
conocedores de mis gustos y más bien se esmeran y empecina en cañonear con
todo aquello que me resulta antipático y odioso.
En fin, me retiro a descansar a mis aposentos con la esperanza de
tener un sueño reparador, que me haga olvidar todos estos espasmos de los
cuales soy sujeto en vigilia.
Pero luego, despierto de súbito algo asustado, me despabilo con la
inquietud y certeza que uno sabe que sus dominios hasta ahora considerados infranqueables y sagrados han sido profanados.
Si es la misma propaganda y cuña publicitaria del día, y que ahora
se ha filtrado como una horrible pesadilla a mi mundo onírico.
Diablos, despierto sudoroso y asustado al parecer ha transgredido lo
que parecía inaccesible y se ha colado y trascendido a mi: república independiente alterna de mis sueños.
Acaso Morfeo o cualquier otro dios de este estado onírico, esté lucrando
con el alquiler de esta pauta publicitaria nocturna, y de la cual se me ha excluido
como único y real beneficiario de estos pingues negocios, pues no alcanzo a
comprender o explicar, cómo mi propio subconsciente se haya dejado sobornar
subrepticiamente acosta de mi real consciencia o aquel que regenta este estado.
¡Diablos y demonios publicitarios!, no hay manera de escapar de
ellos, ni los odiados ni los amados si es qué los hay de estos últimos …
estarán omnipresentes siempre en mi vida, y quizás hasta en el más allá.
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