Hay ciertas preguntas que me asaltan cada vez que examino este acápite en la vida de nuestro señor.
- Por qué se acabó tan pronto el trago*.
- Quizás los miembros de esa comunidad de Galilea eran tan o más bebedores que los cosacos empedernidos.
- O estos en realidad fueron los primeros y verdaderos cosacos.
- Y acaso un matrimonio puede terminar en divorcio antes de haberse consumado, a consecuencia de falta de trago.
- Y acaso, tal vez, o quizás deberíamos indagar si el agua usada para este milagro “pro-vino” de cierto acuífero superficial, o de la napa freática de algún pozo artesiano, ¡pues potable no fue!, ya que en ese tiempo aún no se inventaba dicha acepción.
Y
según testigos oculares afirmaron que fue uno de los mejores vinos que habían
probado en su vida.
O
la concentración de minerales, según la procedencia del agua, haya contribuido
a darle un toque “chic” al milagro, o bien, estuvieron demasiado bebidos como
para tener en cuenta sus juicios, pues sé, porque me han contado, y no por escarmiento
propio, que cualquier borracho ve en cuanta vianda o bebida, un manjar celestial.
Y
ahora en la actualidad, por cada fiestita a celebrar, por más baladí que esta sea,
para su aprobación, se debería también conminar en dar fe que, se alcanzará un
mínimo de tres o cuatro días de plena celebración, como lo era en antaño.
Y
para evitar malentendidos, contratiempos, o divorcios, y puesto que la gracia
del milagro se da una sola vez., antes de la puesta y práctica de tales
ágapes, se debería de exigir también, dejar algún tipo de depósito pecuniario,
para cubrir los gastos ante un eventual riesgo, de quedarse sin la provisión
alcohólica necesaria, de manera que, el mercado de demandas de bebidas
espirituosas exigidas por los parroquianos esté siempre garantizada, en fin.
En
cualquiera de los casos, y a manera de moraleja final, es: Antes y como
es ahora, el rey de toda celebración, es el trago. ... ¡Larga vida al rey!
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* Trago. Para este y todos los casos, bebidas alcohólicas.
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