Bueno
en realidad fue una pollada, amenizada con una pequeña orquesta local como para
dar un ambiente más festivo a la ocasión. Las graves y agudas notas de los
arpegios celestiales que se entonaron para la ocasión, sucedió como debería
ser, un soberbio repertorio variado. Hubo pedidos que se inclinaron por unas
cumbias muy rumberas, otros optaron por unas notas más urbanas, pues es un
género muy de moda, con sus letras disruptivas y pegajosas. En fin, no hubo
queja en cuanto a este elemento esencial de entretenimiento. Y es que la
digestión es más benigna, con una afable música, como debe ser, como dios
manda.
Encuanto al menú, como ya dijimos inicialmente algunos de los discípulos habrían optado
por una carta más celestial de acuerdo a la ocasión, unos daban por sentado que
el chancho al palo o al cilindro sería el eje de esta celebración, otros se
inclinaban por una parrillita con sus respectivos acompañamientos y sus
salsitas picantes, ya que todos en general, disfrutan siempre de ella, claro,
cuando no andan en ayuno calendario, o sectario. Pero dado a que las raíces
originarias de la mayoría de los convidados al ágape, eran propios de estas
tierras, el anfitrión, nuestro señor, tuvo la finura de rendir homenaje a dicha
estirpe, con lo más característico y propio de este suelo, por lo que, la
pollada, fue la elegida. En hora buena, pues tanto de menor al mayor de
los seguidores del maestro, todos se chuparon los dedos. Es obvio que el
guisado tuvo como cocinera designada, a la tía del huarique: la santa
gula, ésta fue contratada para la logística del agasajo pascual, ya que
se sabe que cuenta con recetitas celosamente guardadas para estos confites, y sí
cumplió, con su cometido. Panza llena espíritu alegre.
Y
es que después de tanta peregrinación por las tierras altas y bajas de PerúSalem
una meriendita como esta, renueva y restaura el espíritu apocado, y da al ánimo
esa chispita de luz espiritual, que rompe la pesadez del trabajo diario y hacen
que los días ascéticos sean más llevaderos.
La
demanda fue plena y ampliamente cubierta por la vianda a base de éste plumífero.
Unos optaron por las piernas jugosas, otros por los pechos con sus respectivos
encuentros y cualquiera de ellos, fueron generosamente acompañadas, por soberbias,
dignas y originarias papitas de la región, no está demás decir, que también
brilló la ensalada reglamentaria. No hubo queja alguna, digamos que la cena fue
como correspondía, celestial.
Ahora
para la consagración final, en el cenáculo hubo un pequeño debate entre los
seguidores del señor, algunos alegaron que, como algunos de ellos provenían de
suelos lejanos, ésta debería hacerse, con un taquito, o enchilada. Otros
dijeron que, convendría hacerla con una arepita, pues como, hay muchas
almas llaneras, por estas tierras, sería lo indicado. Pero al final, se impuso
la condición de ser sede, o localia de tan magno acontecimiento y, en fin, todos
de acuerdo, la consagración sería con pan. Y dado que por estas tierras
es un elemento omnipresente en todas las mesas de sus moradores, sea en mañana,
tarde, y noche, asunto resuelto. Algunas voces sugirieron que éste, no debería
tener levadura, otros dijeron que precisamente ésta es la yema del gusto de
este noble alimento popular, bueno, pero felizmente fue sólo un mínimo detalle,
que todos superaron.
Pero
en lo que todo el mundo armonizó, es que, indefectiblemente se tendría que brindar
con vinito, para lo cual, se encargó expresamente un delivery para traerlo del parral
más eximio que la zona pueda proveer, y así aconteció.
Al final, es la camaradería y amistad en torno a este espíritu ecuménico lo que debe primar. Y lo que haya
en cada una de nuestras mesas, harto o poco es irrelevante frente al infinito
sentimiento de agradecimiento por la vida. Disfrutar una fresca brisa, un tibio
rayo de sol cada mañana, es maravilloso. Después de todo, como en un principio sólo somos un
insignificante puntito que brilla, en este infinito y vasto universo. Que así sea!!!
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