Realmente es poco el tiempo que
llevan viviendo entre nosotros y sin embargo, ya hemos aprendido hasta de su
cocina, resulta fascinante y curioso. Han visto nuestros tequeños son
microscópicos comparados con los suyos, es más hay que pedir ayuda extra para
devorarlos. Si se te antoja uno de ellos, y vas con alguien más, diablos la
otra persona tiene que cargarlo al hombro mientras tú por el otro extremo vas acometiendo con furia.
Al comprar nuestros tamales domingueros, que parecen ser una masa más o menos de color que no identifico su tonalidad, ladrillada, naranja, amarilla, bueno no sé., viene envuelta en mil hojas de
plátano y la única que parece limpia es la más interior, pues las otras como las
recogieron de la chacra las pusieron. No se tomaron la molestia de asearlas un
poco. Y a gritar más emocionado que el
mismísimo Arquímedes la genial interjección EUREKA si es que contraste un
pedacito de pollo, u otro más microscópico pedacito de cebo si lo pediste de
puerco.
Sin embargo, el otro día probé
una hayaca bueno, es un tamal propio de tierras llaneras, diablos, me hizo recordar los tamales que preparaba mi vieja, era capaz de meter un
pollo entero en cada tamal y en él, re-rellenaba al cuadrado o al cubo, con infinidad
de verduras, y todas estas maravillas, las encerraba dentro de una masa de maíz
amiláceo blanco, que lo hacía celestialmente buenos.
También he disfrutado de unos panes
alargados, envueltos y recubiertos con un kilo de queso maravillosamente derretido.
Y si la comparo con un pan piza de la panadería local, el queso si está presente no
se percibe, pues por donde la mires más parece un solo bodoque de pan
Hasta su carácter es genial,
siempre en buena gracia, aún cuando las condiciones del día al día son
difíciles para ellos, pues dejar tierras maternas por otras desconocidas,
obligados no por voluntad propia si no por hechos circunstánciales, los hace mejores personas. Lo bueno es que el universo gira, y el mudo da vueltas, lo mismo en nuestras
vidas de manera que, el mañana será mejor.
A diferencia de los nativos que
siempre están de un formidable pésimo humor y peor carácter. Me pregunto de qué
agua tomaron, que comieron o dejaron de comer para andar siempre malhumorados, no
pueden ni responderte a elementales preguntas de información geográfica o servicios
de manera que, cuando el vendedor es venequito y me falta algún centavillo para
comprar algo, muy amablemente me dicen: ¡papá no te preocupes! y
hasta ñapa dan, porque así llama a la que nosotros llamamos ¡yapa!. En cambio,
el local o nativo ¡fiar a otra parte acaso las cosas me regalan!. Son los casi permanentes días grises de año, que determina su estado de ánimo,
espero esto no sea contagioso.
Al preguntar por algo, o necesitar
más información para tomar la decisión de la compra, si el requerimiento lo
haces a un vendedor nativo, lo primero que recibes es una magnifica y reveladora
cara de disgusto, y segundo, te devuelve la interrogante con un tono no tan sutil de
impaciencia: ¡tanto preguntas, lo vas a llevar o no casero! Es
como si te estarían haciendo un favor por el hecho de venderte algo. Pero si
tienes la suerte de que te toque una venequita, es la otra cara de la moneda. Te informa hasta de lo que no preguntas,
pareciera que te quiere informar en exceso y la amabilidad es lo más opuesto al
primero.
Cuando estoy perdido en algún
lugar, y pido información geográfica al respecto para enmendar mi extravío. Los
locales me ignoran, no me contestan, o el mejor del casos, me dicen pregunte por
allí. Pero si le pregunto aun venezolano, diablos, me da una lección completa de
geografía local, me indican cual Google map, la distancia, el tiempo que me
tomara llegar, y hasta las líneas de buses que van para allá, hasta evalúan el
costo beneficio de ir a pie o en bus. En general una información completa y
pormenorizada. La ciudad los debería de contratarlos como informantes geográficos, pues yo años viviendo en estas tierras y no conozco más allá del distrito donde
vivo.
Si se me cae algo de las manos o de
la bici por el exceso de compras, siempre hay alguno de ellos que acude a
socorrerme, mientras los nativos ni me miran, y no mueven un dedo por ayudarme,
aun cuando todo está tirado en el piso y delante suyo.
El pandillaje y los hurtos no
tienen nacionalidad de manera que, son más las gentes honestas y esforzadas que tratan
de salir adelante, y diablos por último hasta cuando te asaltan con su acento
caribeño debería resultar más gracioso que dramático. ¡Óyeme chico p´arriba
las manos me oyes Papi!
Y qué decir de las chicas, siempre
lindas, aunque con un exceso de cubrimiento facial para mi gusto, pero a diferencia de las nativas, que siempre se esfuerzan por ocultar, estas se
esmeran en mostrar lo que se agradece, pues la endogamia nunca a sido buena ni acá
ni en la cochinchina, de manera que bienvenidos y sobre todo bienvenidas. Y a
todo esto que carajos significa ¡marico!.
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