“Mas allá sito, poray isito” …
Son algunas de las respuestas que uno recibe cuando acudimos a pedir ayuda de algún morador o transeúnte de estos dominios, para enmendar nuestro extravió geográfico.
Hay una vieja costumbre anidada en lo más profundo de cada uno y todos los individuos de estas tierras, en relación a un sistema muy propio e interior de orientación geográfica, o de hacer una referencia en relación a los puntos cardinales, y es de jamás referenciarlos, no es de uso común ello, cuando se pide tal ayuda.
En la antigüedad no había cursos de geografía que enseñaran estas formas
de orientación, más bien se orientaban a leer e interpretar lo que la
naturaleza brindaba, como una eficiente escuela para la detección de la ubicación
en algún punto geográfico. De esta manera, se podía mirar las estrellas en la
noche, para detectar cuál es la polar, o la del sur. En el día, se podía
examinar las costumbres de algunos animalillos, fisgonear en el crecimiento vegetativo
de la flora, de esta manera, flora, fauna y, ciertos caracteres topográficos,
funcionaban tan o mejor que cualquiera de esas apps modernas de nuestros dispositivos
móviles usados para detectar ubicación.
Un poco más adelante, cuando se inventó la geografía, en la
escuela o el cole, se nos enseñó un poco de geografía aplicada, de esta manera,
podíamos hacer uso de los puntos cartesianos en relación a un determinado punto
o con la simple mirada al poniente o saliente de nuestro astro rey, en
consecuencia, se podría valorar cuál era nuestra posición geográfica en un punto
y hora determinada.
Hasta ahora, no alcanzaba a comprender por qué la gente no hace nunca uso de esa geografía aplicada aprendida, jamás he escuchado a cualquier alma pía de estas tierras, referirse, por ejemplo, que aquello que busco está, … “en el lado sur, norte, este u oeste” …, y menos aún, un informe más específico como, … “está por la puerta sur-oeste, tal lugar se ubica en extremo nor-este” …, jamás se escuchará aquello de, … “tome el camino sur-este, o nor-este” …, o algo así.
Más bien, es común escuchar, … “está a la vueltita,
más para allá” …, en fin.
No tengo alternativa y, me apresto a examinar algunos cerritos
para examinar su vegetación y poder relacionarla con la manera que están
expuestas a la luz solar, y es que, las sombra que se proyecta durante el año
sobre estos, determina algunas características fenotípicas ideales para examinar
ciertos puntos cartesianos. Pero la ciudad es plana y no hay cerro alguno, salgo
a los suburbios de ésta, pues sé que allí, sí hay algunos de estos. Pero allí, estos cerros
están más o más desiertos que el mismo Sahara, por lo que mi tarea de geo ubicación
resulta menos que imposible.
Ahora me enfoco en las condiciones climáticas, un método que nunca
falla, es descubrir cuál es lado poniente, o saliente de nuestro astro rey,
pero diablos y demonios climáticos, la mayor parte del año la ciudad está como en
una interfaz totalmente gris, y este manto es tal que, no puedes ver si hay
nubes, sol, o si acaso hay algún cielo azul, celeste, pero creo no hay cielo en
esta ciudad.
Ahora, se me ocurre recurrir como elemento de apoyo, la flora de
la ciudad para lograr identificar estos puntos cartesianos hasta ahora esquivos.
Examinar su exuberante, frondosidad, verdor, pues sé que estas adquieren ciertos
rasgos distintivos de acuerdo a cierto tipo de orientación. Pero al contemplar
aquello, no hay tal, y la poca vegetación que existe está en un estado de
abandono, casi seca, lánguida y cubierta de bote a bote, de smog, hollín, y
polvo, pues en la ciudad jamás llueve, de manera que, buscar un poco de verdor tal vez
lo consiga sólo mirando alguna postal.
Mi única alternativa es contemplar la noche, espero un cielo estrellado
y confió plenamente en mi sagacidad para detectar, dónde está la estrella polar,
del sur o cualquier estrellita, o cuando menos una fugaz luciérnaga, pero nada
de nada, el cielo es más gris aún que en el día, ahora confirmo que en esta
ciudad no hay cielo, no lo hay.
Rendido al fin, por no lograr identificar algún punto cardinal en
la ciudad que corrija mi extravió, me doy vuelta sobre mis talones para
encontrar el rumbo a casa, sé que está por “allasito”, o quizás a la “vueltita o más para el otro ladito”.
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