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Jaquearon mi internet

  Quedarse sin red es lo peor que podría pasar en casa, todos salen despavoridos de sus rincones a ver qué es lo que ha pasado. Y es que la señal de la red en casa, últimamente se está volviendo más y más inestable. De manera que, mi mujer encargada de todos los procedimientos legales de filiación con la empresa proveedora del servicio, en consecuencia, es la delegada de activar y gestionar los protocolos de emergencia burocráticos, que haga posible de manera inmediata y efectiva que nuestra red vuelva a la vida, y que nuestras vidas no sucumban ante el caos. Recuerdo, hace algunos lustros atrás, cuando la red estaba en sus inicios, los sistemas de seguridad eran prácticamente inexistentes por lo que durante mucho tiempo accedimos en casa, a la red de una empresa vecina colindante, de manera que, usufructuábamos de este servicio gratis en toda la casa, sin pagar un chelín. Pero los años pasan y todo cambia, ahora hay ciertos códigos o claves encriptadas que hacen que tu red sea e

El Olimpo y nuestro cielo

Cualquier parecido con la actualidad es mera casualidad

El hogar donde residían las diferentes deidades antiguas era precisamente el olimpo. Y cada uno de estos dioses poseía singularidades características que los definían. De esta manera detentaban ciertos poderes sobre uno o varios elementos de la tierra. Y estas atribuciones, pues como debe ser y corresponde  a su jerarquia teocrática, las ejercian sin bridas ni contemplaciones de acuerdo a sus egoístas antojos, pues estos dioses al igual que los humanos podían, amar, hurtar, tener ira, en fin. En consecuencia, ostentaban las mismas miserias morales humanas, por lo que era muy menudo jugaban con el destino y repartían venganza entre los mortales.

También estas divininades apreciaban en sumos grado todo esto de las ofrendas y sacrificios. Cada uno de ellos, unos más que otros, poseía sus egregios templos erigidos por sus siervos, es decir, por sus fans mortales que anhelaban ser merecedores de la gracia y favor de aquellos. Y bueno, mortales y dioses intentaban llevarse bien, o al menos hasta que alguno de ellos urdiere algún complot contra el otro.

En nuestro moderno y actual cielo contemporáneo, nuestro Dios, mora en él.

Sin embargo, en este resort celestial, también se les da hospedaje a ciertas almas cuya vida en la tierra fue devota, pía, consagrada y vinculada a la divinidad, y en retribución a ello se les aseguró un asiento en primera fila en los aposentos celestiales.

De algún modo, estos seres actúan como una especie de dioses menores, pues detentan también algunos poderes sobrehumanos, que derraman generosamente sobre sus seguidores. De manera que pueden consentir o denegar tal o cual solicitud para obrar sobre cualquier apuro terrenal. En consecuenca, los simples y estusiastas partidarios también les instituyen, aquí en la tierra, algún mini templito, un altarcito apropiado o, cuando menos una ermita, y al igual como en la antigüedad para tenerlos en gracia.

Todo parecido con la antigüedad es sólo mera casualidad, por lo que rendiré alguna jaculatoria a cierto santito de las "buenas letras", y de no encontrar eco en tal, tal vez la gran Atenea, diosa de la sabiduría, las letras e inteligencia, apuesto que le vendría en gracia algunas lisonjas retóricas mias, y a cambio me conceda algún favorcito terrenal.

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Mi tío Benny* y su fobía legítima a la personalización de los vehículos

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