Por
esas cuestiones de la vida, que por alguna razón necesitas acceder a una
autoridad, urbana, vecinal, regional, nacional, en fin, pero precisas hacerlo “face
to face” y no del modo consuetudinario como se nos exige hacerlo, es decir, epistolar;
el resultado de aquella tarea es un poco menos o más que imposible, no hay
manera de lograr aquello.
Resulta como una tarea improbable de llevar a cabo, pues ni bien se sientan en el sillón
cuyo gafete los clasifica como tales; el cual al parecer actúa mágicamente y los
lleva a un nivel astral, es como haber superado el mundo terrenal y trascendieron
éste. Ya erigidos a tal nivel, actúan como corresponde, semidioses o por qué no,
como dioses mismos, y como debe ser.
En otras
comunidades más o menos desarrolladas el alcalde es una persona real de carne y
hueso, es un vecino más, con un trabajo real, y al cual puedes abordar en
cualquier sitio o lugar, pues transita como todo mortal. Este alcalde, te
saluda cuando coincide contigo, te devuelve la llamada telefónica o los correos
cuando por alguna razón no lograste ubicarlo, y te invita a su despacho para
tratar el tema que te aflige. ¡Pero qué alcalde para cojudo es éste!,
si es lo que diría mi viejo* ante tales despropósitos. Y es que mi viejo y yo
vivimos en este reino de reyezuelos y semidioses.
¡Y
diablos! En nuestras tierras, estos nobles reyezuelos, su despacho se convierte
en una especie de palacio real. Acceder a él, es como si el mismísimo diablo
quisiera acceder al cielo, es imposible. Bueno, apuesto que eventualmente “don
sata” hallará alguna manera de filtrarse en éste, pero acceder al despacho de
estos burocráticos, eso si en verdad sería épico.
Creo que
nuestros dioses y santos, los que en verdad habitan en el cielo, están más cerca
de nosotros, que estos burocráticos divinos.
En este
punto, estoy seguro que me resulta más fácil hablar con nuestros personales y
particulares dioses, y de hecho doy por sentado que estos en verdad me escuchan
y eventualmente tarde o temprano acogerán mis pedidos, pero hablar con estos
tipos que son una especie de reyezuelos efímeros pero a diferencia de los
genuinos, su abolengo es chabacano, su casta es postiza, y sin rastro y huella
de cierto pedigrí, y finalmente, su noble sabiduría, bueno, pero qué cosas
estoy diciendo, pues éste último sustantivo que mentecatamente oso en escribir,
se usaba en la antigüedad para resaltar, adornar y acompañar, como cualidad a
los nombres de los héroes, reyes, y divinidades. No dudo que todas las deidades;
como ENKI, dios sumerio que encarna el espíritu divino de la inteligencia;
GANESHA, una diosa hindú muy popular por la India y que personifica a la
inteligencia y sus diferentes aplicaciones; y hasta CEO, poderoso titán del utópico
mundo de los griegos, cuyo mayor adjetivo era éste; el de la espléndida
inteligencia. Todos estos, por citar sólo algunos de aquellos, que personifican
lo espléndido de la inteligencia, no dudo que se unirían para hacer causa común
y castigarme, por un errado y mal uso de su rasgo distintivo, y haberlo profanamente
mancillado, al atribuir a esas tristes y pobres criaturas dicha casta.
En
consecuencia, esperar hablar con ellos o al menos que te devuelvan el correíto
que le enviaste, mejor me mudo de país, o más fácil aún, me convierto en uno de
ellos.
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*Viejo. Papá
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