Cambiar una manguerita en casa es pan comido
Primera mordida de pan
Un grito destemplado:
HAY ALGO ROTO EN EL BAÑO... EL AGUA ESTÁ QUE SALE Y SALE
Es el sonido destemplado que llega hasta mi habitación y, en consecuencia, parece un llamado de alerta que hace mi mujer para que el “macho alfa de la casa” tome acción inmediata ante tal contingencia.
De manera que, no de muy buena gana bajo las escaleras y me dispongo a examinar el evento. Después de corroborar lo escuchado, y como veo que hay una "llave de paso" que anula la entrada de agua a este baño, pues, como corresponde a todo genial e inteligentísimo alfa, procedo a cerrarla y proclamar a los cuatro vientos*.
La masculinidad en acción y con el orgullo henchido, respondo:
YA ESTÁ LISTO, YA NO SALE AGUA
Y regreso inmediatamente a mis labores.
Pero lo cierto es que, con tan "noble y acertada" acción, también cerré el uso de este ambiente de la casa. Y por supuesto, como es de esperar en un hogar medianamente democrático, y en el cual se ejerce un real y dominante matriarcado, por lo que yo, al ser el único miembro masculino, alto, fuerte, robusto de la casa, por lo que, me hallo en franca desventaja numérica frente al resto del clan familiar, que son damitas.
En consecuencia y en reacción a esta "sabia solución" mía, pues presagio, que se producirán protestas, reclamos, toma de carreteras, y un par más de vandalismos domésticos que proporciona este grandioso sistema de gobierno hogareño. Pues mi recomendación de "únicamente" usar el baño del segundo piso, o inclusive, las animo e invito a usar el mío particular que está ubicado en el último nivel del hogar, ya que también como corresponde a mi altísimo rango de ser el alfa de casa, fui proscrito a usar este baño, ubicado en el tercer piso, para mi uso personalísimo, dado a mis iterativos y poco saludables hábitos de higiene que dicta las buenas reglas de convivir con damitas. Hábitos [según ellas] repudiables, cómo el de no apuntar certeramente muy bien a la taza del inodoro cuando efectuaba mis propias descargas o, de olvidar perpetua y negligentemente el levantar el asiento de la taza o de bajar la tapa del inodoro, cuando me aprestaba a ejecutar mis propias acciones de uso de este dispositivo. Resultado final, invitaciones y sugerencias mías desestimadas.
Al ser desterrado y al estar obligado de usar mi propio baño, y al ser el único y real regente de este ambiente, hice un par de arreglitos a este retrete para evitar tener nuevas protestas y malos entendidos, pero ahora ya no de parte de ellas, sino por parte de mi “yo” interior. Por lo que sabiamente atiné a retirar de este inodoro, su asiento y la tapa de la taza. Con esta genial idea me ahorro el trabajito de estar levantando o bajando tapas, o asientos de baño en cada acción mía. En consecuencia, este baño y el retrete en particular, luce como su regente, simple, sin atuendos superfluos, pero eficaz. Y por supuesto como "respeto a mi alta jerarquía", nadie se atreve a ni siquiera mirar puertas adentro de este.
Bueno, dicho y hecho como esperaba, las críticas no cesan, las protestas abundan, los reproches son pan del día, y ante la amenaza firme de retirarme la confianza, y proceder a declarar la vacancia de mi estatus de “alfa man”, no tengo de otra que buscar ayuda profesional…
Continuará…
---
*Alos cuatro vientos. La verdad no tengo ni idea por qué se usa esa expresión cuando se trata de divulgar algo.
Comentarios