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Redactando una tesis doctoral bajo un esquema satírico

... Ante la evidente imposibilidad de lograr que cualquier texto sobre ciencias duras o blandas y, otras materias relacionadas con la academia formal, llegue a la mayoría de la gente, para que de algún modo todo este conocimiento generado no se pierda en el olvido y cumplan con algún otro objetivo, aparte del muy noble que se los concibió, como apolillarse en los anaqueles de las bibliotecas de las universidades, de los institutos y en fin, de cualquier otra institución académica. Entonces, es hora de repensar en nuevos formatos para dar paso a una eficiente y vasta divulgación. Cualquier documento científico o formal, en general, sigue ciertas pautas básicas y estrictas basado en la formalidad y rigor, en consecuencia, también la redacción y su formato de presentación  responde a dichos parámetros. Se trata entonces, de buscar un vehículo más amigable para utilizarlo como contenedor, y este contenedor que recoge el conocimiento, tiene que romper con los viejos esquemas, para o...

El experto soy yo

 

No arregles esa silla, mejor será que llames a un profesional para que haga el trabajo

Es la sentencia que pronuncia mi mujer cada vez que me ve en casa tratando de arreglar o componer algo, y es que piensa que resultaría más beneficioso dejarlo como está, pues encarar dicha labor, sería un tiro al azar, puede que resulte bien, pero como ya es testigo ocular de aprendizajes previos, donde todos estos experimentos domésticos no resultaron nada bien, por lo que mejor es no tentar al destino o, mejor dicho, no tentar a mis torpes manos.

La verdad creo que subestima mis cualidades de maestro fontanero, carpintero, pintor, electricista, y hasta de jardinero, pues cualquier labor doméstica que necesite ayuda como compostura y arreglo, mantenimiento preventivo o correctivo, en fin, La verdad nunca escaqueo dichos deberes., y humildemente yo siempre me siento con la suficiente capacidad y tino para lograr mis objetivos, pero al parecer estos objetivos, están lejos de ser el ideal de cualquier noble objetivo cuerdo, que todo hogar con el mínimo respeto por su mobiliario, se merece.

Hay tres formas de realizar las tareas caseras: una, siguiendo al pie de la letra las indicaciones o tutoriales para cada caso. Llamar a un profesional que se encargue del entuerto, y la tercera que es la que me gusta, pues a mí manera.

Trato de remendar, arreglar o componer cualquier estropicio ocurrido en casa, pero ni bien mi mujer observa que empiezo la tarea, se me acerca y me susurra … “asegúrate que no te sobre una rueda”, o “recuerda que la silla tiene solo cuatro patas”, “será mejor que bajes la llave térmica general”, o “asegúrate de tener a mano el extinguidor de fuego”, en fin.

Y es que creo que las mujeres, en especial la mía, son demasiado perfeccionistas y quisquillosas. Si por casualidad me pase con la pintura y estropee su cocina, o la altura de cierta rueda no coincide con el resto de las tres, o un perno autorroscante es remplazado por una tachuela, o la lámpara, foco no es el mismo modelo al anterior, o podé demasiado el arbolito del jardín hasta dejarlo calato… pues pone el grito en el cielo.

La verdad soy partidario de que lo importante es que cada objeto cumpla su función para lo cual fueron ideados. Qué, si lo hace de una manera o de otra, son sólo perspectivas de enfocar un punto de vista. Pero al parecer mi ángulo desde el cual los miro, después de terminar la tareíta casera, nunca es el correcto, en fin.

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