Se cuenta que un tipo está apunto de desfallecer de hambre, los servicios de emergencia son alertados y logran
salvarle la vida, días después se le interroga por qué, no uso el dinero para
alimentarse pues cuándo se hizo el registro de sus pertenencias, encontraron
100 pesos en su cartera.
“El dinero no era
mío, me lo dieron a guardar, no tenía derecho de usarlo”, dijo.
En la antigua
unión soviética, un grupo de científicos liderado por un botánico llamado, Ivanov. lograr preservar el banco de semillas más grande del mundo de la época, el
cual era una reserva genética para la humanidad. Sin embargo, todos y cada uno
de los trece científicos prefieren morir de hambre, pues durante 900 días que
dura el asedio a Leningrado, durante la segunda guerra mundial, donde ya no hay
alimento ni agua, uno a uno va muriendo de hambre, en vez de usar las semillas
para su alimento.
Pero cuando se carece de dicho juez interior, aquel que regenta nuestra ética y moral. O ese juez interior muy nuestro, ha sido formado en estas tierras.
Me imagino, la
respuesta de mi "yo" interior, para los mismos hechos:
En el primer caso,
me hubiese muerto, pero no por esa razón noble de integridad, sino por el exceso
de grasas saturadas encontradas en mi sangre, por los incontables empachos de
cuanta enchilada y sanguchito me hubiese engullido, con ese dinerito encargado a
mi custodia.
Y en el segundo,
concluido el asedio, habría emergido de este más gordo y radiante que antes. y con
alguna cuenta bancaria en un paraíso fiscal, pues ya hubiese negociado con tirios
y troyanos dichos granitos, y el pueblo emocionado, en agradecimiento, me hubiese
declarado héroe, o tal vez me hubiesen elegido presidente de estas tierras, o algo
así.
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