Tal vez desde que el hombre puso un pie en la
tierra, y ni bien se estableció, cuando puso el segundo, es cuando percibió que
su vida era frágil y perecedera, y es aquí que da inicio a la búsqueda de su
propia eternidad y perpetuación.
En esa búsqueda, hace todo lo posible por
descubrir, inventar, encontrar aquello que le permita timar a su finitud
existencial.
Quizás sean estos los primeros orígenes de la alquimia que ha fascinado al hombre desde siempre y que en la edad media llegó
al cenit del delirio, y esta fascinación por la búsqueda de esta universal
panacea, hizo que los chinos varios siglos A.C., emprendieran viajes y
expediciones por el mundo buscando la suyas propias. En la actualidad, esta
búsqueda, de la prolongación de la vida, se ha hecho más democrática, desde
mercachifles avispados, hasta los más esotéricos, pero que, en cualquiera de
los casos, ven en ella, una pequeña veta muy lucrativa, por explotar
Sin embargo, siempre ha estado allí, a vista de
todo mundo, y por ello, a la vez oculta de la vista de todos.
Es la verdadera alquimia, la genuina
trasmutación de la materia y energía, la real erudición de la química y la
física, y al mismo tiempo, lo más grandioso del misticismo y la
inmortalidad. la FOTOSÍNTESIS.
Sólo agua, luz solar, y un poco de CO2 es la alquimia
de la vida. Y es la verdadera trasmutación de la materia, y cuya
transformación, crea vida. Sí, crea oxígeno, y alimento, en su forma más
simple pero la más eficiente. Y esta cadena carbonada, recreará más vida,
usándolo como propio, y también generosamente, como
fuente de alimento para el resto de seres que habitan la tierra.
Y, de hecho, también no sólo es un proceso químico,
sino también bioquímico y hasta tiene mucho de, biofísica, que lo realizan
artística y coreografiada mente, microscópicos órganos como, los cloroplastos,
y estas tareas que realizan, son simplemente, ingeniosas, monumentales, y hasta
épicas, convertir algo inorgánico, en vida.
Y es profundamente místico, hasta sagrado y
maravilloso, que a través de un simple proceso cree y recree, diariamente
millones y millones de moléculas de oxígeno puro. Y que hace posible que ahora
yo, humilde heterótrofo, esté escribiendo estas letras. Y creo que, hasta hay
algo de amor en todo esto. Pues es un proceso desinteresado, que se nos dé,
generosamente en forma libre y gratuita. Sin pago alguno, sin derechos
reservados, y es de licencia abierta, sin intervención humana, en consecuencia,
sin pasivos ambientales, ni huellas de ningún tipo. ¡Sólo, es amor puro!.
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