Y otras ofrendas
En
cuestiones místicas o religiosas, a través de nuestra historia hemos asistido a
cambios en cuanto a la forma y fondo de sus teorías, sobre los credos y dogmas religiosos,
en fin. Algunos dioses se los ha degradado, otros semidioses han desaparecido, otros
nuevos han aparecido con nuevos e innovadores nombres, en fin, todo cambia de
acuerdo al tiempo o las circunstancias, pero, sin embargo, lo que ha
permanecido como más o menos estable son las, dádivas, diezmos u otras
contribuciones que todo fiel medianamente respetable, tenía y tiene la
obligación de contribuir con su feligresía particular.
De hecho,
ahora cualquiera que sea el credo que se profesa, unos más que otros, pero
todos sin distinción recalcan, y sugieren que cuanto más ofrendes serás más bendecido.
Creo que
los reformistas que veían en las acciones de la venta y subasta de indulgencias
un mercado lucrativo de aquel entonces, ahora se estarían revolcando en sus
tumbas, al saber que aquello sigue firme y en pie, y aún más, democráticamente
como toda sociedad moderna y también como corresponde, todo aquello se ha
vuelto un movimiento ecuménico, propio de cualquier tipo de culto.
El hecho
es que, en buena gracia, las ofrendas han tenido un ligero cambio, para bien o
para mal, depende como lo veas, al menos ya no se sacrifican mujeres vírgenes,
ni menos aún niños inocentes, lo mismo que ya no es bien visto sacrificar
cualquier animalito de cualquier género, para satisfacer el apetito desmedido de los dioses, que, según sus intermediarios o intérpretes humanos, exigían y
demandaban estas tareas, como una especie de tasa impositiva por ser fans de
estas deidades. Más creo que eran estos, los voceros de las divinidades, que tenían
estos vívidos e irrefrenables deseos de sangre.
Felizmente todo ha cambiado, ahora solo se exigen algunas moneditas y aquellas que antes se demandaban en oro y plata, ahora bienaventuradamente se acepta el contante y sonante. Y como para no desentonar con los tiempos, cualquier monedita o billetera digital, es bienvenida y ya con ello también seremos salvos, en fin.
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