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Redactando una tesis doctoral bajo un esquema satírico

... Ante la evidente imposibilidad de lograr que cualquier texto sobre ciencias duras o blandas y, otras materias relacionadas con la academia formal, llegue a la mayoría de la gente, para que de algún modo todo este conocimiento generado no se pierda en el olvido y cumplan con algún otro objetivo, aparte del muy noble que se los concibió, como apolillarse en los anaqueles de las bibliotecas de las universidades, de los institutos y en fin, de cualquier otra institución académica. Entonces, es hora de repensar en nuevos formatos para dar paso a una eficiente y vasta divulgación. Cualquier documento científico o formal, en general, sigue ciertas pautas básicas y estrictas basado en la formalidad y rigor, en consecuencia, también la redacción y su formato de presentación  responde a dichos parámetros. Se trata entonces, de buscar un vehículo más amigable para utilizarlo como contenedor, y este contenedor que recoge el conocimiento, tiene que romper con los viejos esquemas, para o...

Inflación depresiva

 

Desde que tengo uso de razón económica, es decir, desde que me gano los frejoles con el sudor de mi frente, esto de la inflación y deflación ha pasado de ser un tema irrelevante a formar parte del syllabus obligatorio de toda persona adulta más o menos responsable con sus finanzas tiene que seguir.

Cuando eras un crío y aún usufructuabas del hogar materno, esto de las inflexiones, contracciones y otros conceptos económicos eran completamente irrelevantes y estaban fuera de tu radar. No había manera que ello te quite el sueño, ni nada que desaliente tu voraz apetito.

Resulta que lo único estable y permanente en nuestra sociedad es el tambaleo y la frecuente inestabilidad de la hacienda pública. Por lo que siempre presto atención a todos y cada uno de los sabios consejos, que los gurús económicos me reclaman en disminuir los gastos en, ese formidable tinto Tokajy*, cuyas antiquísimas parras tal vez estuvieron en alguna mesa de nuestro redentor, y ahora ya no estarán más en la mía. O me susurran que, debo privarme de esos tiernos y celestiales bocadillos Wagyu**, que al mínimo contactó con mi paladar, éstos se disuelven primorosamente transportándome, etéreamente, a las frescas praderas japonesas donde observó con pre-claridad cómo estos vacunos  apacientan. ¡Pero de qué carajos hablo!, creo que es esta economía inflacionaria depresiva que me hace divagar, pues hace rato que lo único que bebo es “agüita” de caño”, aquella que emana de la alcantarilla de la ciudad y tengo que exprimir alguno que otro limoncito bien ácido, porque de lo contrario resulta imbebible, y sin un terroncito de azúcar, porque éste, está por las nubes, si, literalmente ya que su precio resulta inalcanzable. Y de qué bistecitos hablo, pues hasta “vegano***” me he convertido, y no por una sana y sostenible decisión de negarme a usar como alimento a otro ser que nuestro creador puso allí, al igual que nosotros, en la faz de la tierra. Sí, ahora soy un converso, puro y duro, pues ya no recuerdo cuándo fue la última vez que me tramité bocadillo de algún magro corte de bovino nacional.

Por lo que, esto de la inflación resulta como caminar sobre la nada, tal vez sobre una cuerda floja mínimamente tensada y sin la barra de equilibrio por lo que, tendrás que hacer malabares para no perder pie y seguir bizarramente adelante.

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* Tokajy. Para este caso, rey de los vinos y vino de dioses.

** Wagyu. Raza bovina japonesa caracterizada por su jugosidad, terneza y espléndido sabor...bueno, eso dicen!!

*** Vegano. Para mi caso, por opción no por elección.

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