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SOY UN SUPER HÉROE

  … Para Mis Mascotas Cuando era chiquito , crío, párvulo, infante o como quieras llamarlo quería ser un super héroe tan igual como aquellos de las tiras  comics  de las revistas que acostumbraba leer, deseaba tener super poderes, volar, luchar por la justicia y salir siempre vencedor de aquellas lides donde los malos pretendían salirse con la suya, en fin. Y también creo que, eran la aspiraciones de todos aquellos chiquillos de aquel tiempo. Eran deseos nobles, como la nobleza de los héroes protagonista que leíamos en las historietas, que mantenían a sus ciudades utópicas libres del crimen. La "tv" era algo secundario e intrascendente mientras corría nuestra niñez, más bien las correrías en los parques, en las calles y campos era nuestra exigencia, diversión y entretenimiento prioritario. Ahora, me llama la atención las declaraciones honestas de cierto niño, interrogado acerca de su héroe favorito y/o aspiraciones. Y reconoce que su máxima aspiración es llegar a conoc

MI CLETA Y YO

Particularmente, me resulta más placentero andar en mi cleta que, en cualquier otro vehículo de cuatro o dos ruedas, donde la experiencia de manejar es muy estresante.

Y es que las ciudades del mundo se han convertido, en remedos de la Calcuta India. Acá en mi ciudad, las calles no están diseñadas para soportar el intenso tráfico y, menos la ciudad para soportar a los impenitentes conductores.

A diferencia de otros ciclistas, que orgullosos enfunden sus cabezas en sus cascos anti golpes, yo prefiero que el viento golpee mi cabello, cuando en verdad, por la edad, ya no tengo ni un pelo en la cabeza. Ni gafas antirreflejo, pues las que uso, son anti miopía que padezco crónicamente, y éstas aún cumplen su función a cabalidad. Necesito de la experiencia de sentir las gomas y los fríos fierros de sus manubrios en mis manos, por lo que no necesito guantes. Y así me monto sobre su lomo y a cabalgar mi jungla citadina.

Un buen ciclista, o que se precie de serlo, debería saborear un cierto grado de impunidad, que da el hecho vivir en el tercer mudo, pues se puede circular en cualquier sentido de dirección, deslizarse por calzadas, anchas o angostas, esquivar peatones intrusos que osen atravesarse en nuestro camino, y salir indemne y veloz de cualquier embotellamiento infernal.

Puedo estar en cualquier calle, dribleando los baches, pues en esta ahuecada ciudad los hay de todas las formas tamaños, más luego estar disfrutando en cualquier parque, escrupulosamente cuidado, o en las bahías del océano pacífico, saboreando su húmeda brisa. Voy allí donde las fuerzas de mis piernas me quieran y puedan llevar.

Es la excusa perfecta de eludir las preguntas incomodas, por qué no usas tu vehículo, o por qué no tienes carro. Sólo te endilgas la etiqueta, ecologista, o ecomovilidad, y superaste el trance y el hecho de estar más chiuan*, que cierta congresista nacional.

Me considero un purista auténtico en cuanto al diseño de este noble invento, debería ser preservado tal cual vio la luz, en consecuencia,  partidario de castigar con el azote de la indiferencia, a aquellos que osan en colocarle ruidosos motores, pues lo son en extremo molestos. Los olores de nafta y aceite, que de estos se desprende, son insoportables. No, definitivamente no, su origen debería ser preservado tal cual. Sólo dos ruedas, su asiento cómodo y su manubrio.

Y ahora voy, a por ella, pues esta actividad, la puedo realizar en mi ciudad, durante todo el año, no hay verano que sea extremadamente sofocante, ni invierno demasiado frío que, me impida salir a dar a diario un paseo.

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*Chiuan. Para todos los casos, interprétese como, misio.

**Misio. Para este y todos lo casos, sin dinero.

 

 

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