Lo bueno de tener este periódico mural, pues de esta manera, me gusta llamar a este humilde blog de lectura, es que te da la magnífica oportunidad que cualquier otro periódico, revista, semanario, o pasquín real o imaginario no te daría. ¡LIBERTAD para escribir!. Libertad, pura y dura, en cualquiera de sus formas y acepciones.
Y no es una mera retórica de libertad,
es el ideal de libertad que se alcanza al ejercer lo que más ambicionabas hacer
y que siempre te apasionó.
Puedes escribir lo que te parezca
y venga en gana, no hay un horario fijo que te acosen mañana tarde, noche, ni minuto
a minuto, pues la hora de tu particular cierre de edición, es cuando creas que deba ser.
No tienes un editor que valore la
calidad de tus letras, en relación a formatos predeterminados, bueno en realidad,
creo que la calidad de mis letras, nunca ha estado en tela de juicio, pues si
por mi fuera, ya hubiera rechazado mi candidatura para un par de novel**
Acá tu humilde oficio, no depende
de un público susceptible a tú pluma, ni de un concejo editorial que alegue, que
has mancillado susceptibilidades sobre valoradas, ya que solo te debes a ti. Y
si no se deleita el lector de tu blog, pues que cambie y pinche a otro blog, o
mejor aún, que cree su propio periódico mural y allí desenfade toda sus reproches
y protestas.
De manera que, este noble medio ha
venido a satisfacer mis demandas que desde muy chibolo inicié, con unas tímidas
rimas cortas, y que luego saboreaba cuando se tornaban en versos.
Incluso terminé un pequeño libro de
éstos, que nadie dio bola*, pues nunca vio la luz, excepto, alguna que otra de mis
noviecitas que, apreciaban super bien ser las musas inspiradoras para la conjugación de mis rimas y endechas.
Más tarde, cuando era un veinteañero, y cursaba mis
estudios de pre y postgrado, seguí en la misma línea, pero ahora, tenía la
tribuna de un semanario local donde hacía llegar mis odas.
Después osaba escribir ya en
prosa una serie de artículos irreverentes, sobre la juventud estudiantil, y
otras ocurrencias, en pizarrones públicos de las universidades por donde transité.
Lo bueno de todo aquello, es que no ha sobrevivido nada de ellos, algún artículo,
crónica, ni una letra. Sólo buenos recuerdos de los campus, donde mis pizarras
y tizas de colores eran mi papel y mi pluma para gastar mi tiempo favorito.
Ahora, este medio, me permite rasguear
por gusto y gana de hacerlo. Y lo bueno de este periódico mural es que, el
director, editor y canillita soy yo. Todo
al mismo precio, es decir free.
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* Bola: Para este caso, metáfora de importancia.
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