¡CHICOS Y CHICAS DEL MUNDO!
Es más que un llamado a la lucha, es una perorata en forma de diatriba que exhorta a salir a tomar las calles del barrio, de la ciudad. Pero no a la que estamos acostumbrados por estas tierras, donde los esbirros galvanizados hacen de la propiedad pública y privada un pretexto para desatar desmanes.
Solo es un llamado modesto a tomar las calles, pero para el recreo, para el juego lúdico, para remedar aquellos tiempos de antaño. Cualquier muchacho(a) de aquellas épocas, ocupaba las calles para dar paso al recreo, y era un espacio ideal, donde el relax y el ocio sano y saludable estaba garantizado, pues era en la calle donde se practicaba todos los juegos de nuestra juventud, y allí no solo se ejercitaba el cuerpo si no también la mente.
La calle, este espacio físico era nuestro, y era un lugar seguro de día o noche. De hecho, algunas actividades lúdicas, rigurosa y reglamentariamente se tenían que realizar por la noche, pues la penumbra actuaba como un elemento principal que daba al juego de "las escondidas", el entorno ideal para una adecuada puesta en escena.
En general todos los juegos eran actividades aeróbicas, se podía correr, saltar, gritar, y donde las endorfinas eran la perfecta dosis natural para el deleite y el disfrute. Las confraternizaciones de grandes y chicos eran como un pequeño crisol de tolerancia y empatía.
Y sí, todo juego estaba calendáricamente concebido para cada parte del año, pues cada temporada estacional, mes en particular, tenía su juego adecuado o establecido para dar rienda suelta a la creatividad, ingenio, al arte manual, al reciclaje y reúso.
De manera que, para cada temporada su juego como, “las aperis”, "los chanitos”, “mata gente”, "los yases”, “los trompos con huraca”,” los zancos de tarros” “los jebes”, “los siete pecados”, “vóley”, “la rayuela”, en fin, todos estaban normados y regulados por códigos no escritos pero salvaguardados por todos.
Tal es el caso del juego de las "cometas o barriletes", que uno mismo tenía que construirlas con elementos que fácilmente se encontraba en casa o en la de ciertos amigos, y luego por supuesto a disfrutarlarlas echándolas a volar, y este rito solo se realizaba durante el mes de agosto, pues resulta que este es el más ventoso del año, bueno lo era, antes del cambio climático, en fin. Todo aquello se ha perdido, ya no hay más vientos en agosto, se perdieron los juegos, las calles, y todo lo demás.
El único y real peligro de la calle era arribar a casa con algún que otro magullón por algún resbalón, alguna fricción con el piso, productos de estas experiencias recreativas, pero más allá de ello no había de qué preocuparse.
¡Muchacho(a)s del mundo, Salid tirad los móviles al tacho de la basura! Salgan retomen las calles, háganlas suyas, para el juego, para montar bici, o sólo para caminar, pero salgan y recuperen el espacio que nos fue arrebatado.
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