No sé, por alguna extraña razón cuando se trata de acudir a un zapatero
para alguna compostura de mis favoritos zapatos, o necesitas arreglar algún estropicio
ocurrido en alguna instalación del baño de mi casa, cuando voy donde el carpintero para un doméstico trabajito, o al mecánico
para que eche una mirada a mi viejo vehículo, como un eterno, continuo y perpetuo
karma, en particular para estos nobles oficios, indefectiblemente salgo maltrecho
y herido, por los resultados que se producirán al final de ellos. Es como si me
la tuvieran jurada y super prometida y se esmeran en hacerme la existencia más difícil
y dura, pues jamás habrá plazos que nunca celarán, trabajos que al menos un
tiempito perdure y, sobre todo, al mirar la cuenta final, indefectiblemente será
un asalto sin mano armada, pero con mi consentimiento, y sí, sin mi aprobación.
Yo ingenuamente imputaba estos hechos, a cierto tipo de ADN, e imaginaba que quizás estos albergaban o llevaban escrito una especie de RNA mensajero, defectuoso, por lo
que su escasa honestidad, la falta de palabra, las promesas esponjosas, la
insuficiente ética del trabajo, hacían de estos nobles oficios un frecuente denominador,
y los revelan como, los reyes de la sisa*...
¡Diablos! para tomar el trabajo son los primeros en pintarte pajaritos en el aire**. Te juran y rejuran que sus nobles manos harán el milagro de solucionar aquello por lo cual caíste por sus dominios, claro no sin antes de haberte sacado ya un pequeñito adelanto, como el del 60 o 70 %, como para comprar alguno que otro elemento o material que le será de inmediata e impostergable adquisición, y sin los cuales, no pueden iniciar la obra milagrosa.
Hechas mano a tus menguadas alcancías, para cubrir el gasto no
contemplado o fortuito e incidental, pues estos problemas nunca avisan, bueno
en realidad, no te envían preaviso, si no que te van susurrando de que algo
anda mal, y tu neciamente vas postergando la tarea y cuando al final te das por
enterado, ya es "too late".
Con la ilusión que en verdad cumplan su sincero, franco y honesto
palabreo** que te lanzaron, al inicio para congraciarse contigo, es necesario pasar
por un templo, alguna capillita o cuando menos una ermita*** para encomendarse
al dios de los buenos arreglos o al santo de las buenas composturas, para que, con
su infinita bondad derrame su gracia y alumbre e inspire al aludido “maestro”. Y ese elemento, objeto, artículo, o cualquier "biencito" motivo de tus súplicas, cuando menos -en el caso de tú carrito- siga rodando y acabe mejor de lo que entró al tallercito de las buenas composturas. O aquella puertita
u otro elemento o dispositivo de tu bañito, funcione para lo cual fue ideado, después de haber sido enmendados y remendados. Pero
al final, es solo eso, una ilusión de sensatez.
¡Demonios! al instante que te entregan el “trabajito”, está de lo más
perfecto, es como si los dioses hubiesen escuchado tus jaculatorias, pero luego
de pasado un día, creo hasta el azar, se une a la conspiración para timarte, y
es que sólo al siguiente día, empieza los inconvenientes. Y si tienes la suerte
de volverlos a encontrar, y le haces ver el problema, imputarán siempre a un
nuevo problema no detectado que pasó inadvertido, por lo que este nuevo óbice,
no estaba sujeto a la garantía, pero de qué garantía hablo, si no te dan
ninguna garantía de nada, ahora aducen a otros factores cuya solución será una
ida más a tu vacía alcancía.
... ¡Diablos! en realidad el problema no era cuestión de genes en aquellos, el problema soy yo. Es como si
yo fuera un imán, o atrajera a este tipo de conflictos a mi vida, una y otra
vez. Prominentemente sé que voy a salir siempre mal parado. Tarde o temprano
siempre habrá un trabajito por arreglar y yo estaré esperando ser nuevamente esquilmado.
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* Sisa, para este caso, engaño.
** "Pajaritos en el aire" "Palabreo", para este caso, promesas , promesas y más promesas.
*** Ermita, para este caso, templo, iglesia, capilla, en fin.
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