Quedarse sin red es lo peor que podría pasar en casa, todos salen despavoridos de sus rincones a ver qué es lo que ha pasado. Y es que la señal de la red en casa, últimamente se está volviendo más y más inestable. De manera que, mi mujer encargada de todos los procedimientos legales de filiación con la empresa proveedora del servicio, en consecuencia, es la delegada de activar y gestionar los protocolos de emergencia burocráticos, que haga posible de manera inmediata y efectiva que nuestra red vuelva a la vida, y que nuestras vidas no sucumban ante el caos. Recuerdo, hace algunos lustros atrás, cuando la red estaba en sus inicios, los sistemas de seguridad eran prácticamente inexistentes por lo que durante mucho tiempo accedimos en casa, a la red de una empresa vecina colindante, de manera que, usufructuábamos de este servicio gratis en toda la casa, sin pagar un chelín. Pero los años pasan y todo cambia, ahora hay ciertos códigos o claves encriptadas que hacen que tu red sea e
Te imaginas si nuestra cultura y forma de vida fuera poderosa como una del primer mundo. Todas las culturas del mundo tratarían de imitarla o cuando menos parecérsela. Las películas de Hollywood, se pelearían por retratar nuestras vidas y costumbres diarias. Te imaginas las polladas como fiestas emblemáticas, donde todas las ciudades del mundo quisieran imitar y tendrían sus versiones más regionales y propias de acuerdo a características singulares. Las fiestas costumbristas se propagarían en todos los centros urbanos, edificios multi y plurifamiliares como símbolo de buena vecindad con bandas y todo, de duración mínima de un par de días con su santito incluido. El comercio formal se lo reemplazaría por el informal, en consecuencia, el comercio ambulatorio, sería una forma de vida a imitar en cualquier parte del mundo. Se invitaría a los lotizadores de calles -putativos ad doc, ad infinitum de este sistema- a exponer en los más afamados foros de economía mundial, dictando cáted