... Ante la evidente imposibilidad de lograr que cualquier texto sobre ciencias duras o blandas y, otras materias relacionadas con la academia formal, llegue a la mayoría de la gente, para que de algún modo todo este conocimiento generado no se pierda en el olvido y cumplan con algún otro objetivo, aparte del muy noble que se los concibió, como apolillarse en los anaqueles de las bibliotecas de las universidades, de los institutos y en fin, de cualquier otra institución académica. Entonces, es hora de repensar en nuevos formatos para dar paso a una eficiente y vasta divulgación. Cualquier documento científico o formal, en general, sigue ciertas pautas básicas y estrictas basado en la formalidad y rigor, en consecuencia, también la redacción y su formato de presentación responde a dichos parámetros. Se trata entonces, de buscar un vehículo más amigable para utilizarlo como contenedor, y este contenedor que recoge el conocimiento, tiene que romper con los viejos esquemas, para o...
Nunca llamo por teléfono a mi viejo*, generalmente lo hago solo en fechas específicas circunscritas al calendario festivo familiar. Ya que vivo en otra ciudad, y generalmente es a través de plataformas virtuales de video muy de moda en esta era digital. De hecho, es él quien siempre me llama, para saludar o para preguntar por la familia, siempre está pendiente de nosotros sus hijos, pese a que todos ya somos adultos. Cierto día, tratando de ubicar a alguno de mis hermanos y puesto que no lograba localizarlos en sus móviles particulares, en sus redes sociales, ni en cualquiera de sus otras plataformas de comunicación, ¡diablos! Ahora con tantas herramientas virtuales de comunicación a nuestro alcance y estamos más incomunicados, se me ocurre llamar a mi viejo para ver si me puede contactar con alguno de ellos. De manera que, le marco a su teléfono y contesta inmediatamente: - ¡Si aló. Aló! Me contesta. - ¡Aló, soy yo! Le retruco. - ¡Quién habla. Quién es! Me contesta. ...