MADE IN CHINA
No soy devoto de llevar todo el tiempo conmigo, esto de los móviles, me resulta intrascendente e irrelevante, no obstante, en algunas ocasiones y por razones que así lo solicitan, no tengo alternativa que ubicarlo en algún rincón cerca mío. Me es indiferente la clase, el tipo, marca, u otra taxonomía que lo transporta a un rango de Smart, super ultra Smart, o algo así. Tal vez porque soy de aquellos seres escasamente inteligentes [como corresponde a este pedigrí estamos en proceso de extinción] que porfío en portar aquel viejo teléfono analógico que solo es eso, un mentecato aparato para poder hacer cierta llamada ocasional y menos frecuente aún, para recibir alguna, pues este aparatito vintage, solo alberga la única aplicación para lo cual fue inventado.
No tiene teclado táctil, o algo medianamente que se le parezca, más bien, es de aquellos teléfonos alfanuméricos, por lo que disponen de teclas, y en cada tecla, viene integrado un número y un grupo de hasta tres o cuatro letras, de hecho, ya no se puede distinguir cuál es tal o cuál carácter que estaba grabado en cada uno de éstos, sin embargo, por el uso y el tiempo que llevo empleando, pues, ya sé de memoria cuál es tal o cual, y por supuesto, qué tecla machucar para revelar cada carácter y número.
La verdad, es de cierta marca “MADE IN CHINA”, sé por experiencia propia y ajena que, cualquier producto bajo esta denominación son baratos, y como corresponde a tal pedigrí, siempre se halla en tela de juicio su calidad y eficiencia.
Cierto día, después de haber procedido a realizar la limpieza de mi cochera y, como mi ropa había quedado, pues, como si en verdad hubiese trabajado con esfuerzo y esmero, y como corresponde a todo macho alfa de la casa, pues, procedí a ubicar mi ropa en la máquina de lavado, y también como corresponde, opte por el ciclo de lavado extra fuerte.
El hecho es que, pasado el tiempo reglamentario de tal proceso de aseo, procedo a realizar la ubicación de mis trapitos en el tendal respectivo, y es allí cuando me percato que mi móvil al quedarse dentro del bolsillo del pantalón, pues, también había sido sometido a un no menos pulcro y eficiente lavado.
¡Diablos! Ahora reconfirmo una vieja sospecha que siempre tenía y es que soy más tonto de lo que parezco o al revés, bueno en fin.
De manera que, como último homenaje póstumo, a este aparatito que me acompañó por mucho tiempo, pues, procedo a depositarlo amablemente en la bolsa destinada al reciclaje, con la esperanza que alguna de sus piezas en cierto momento, vuelva a ser reusada, pues esto de la economía circular es un tema que me apasiona, y no por cuestiones de sostenibilidad ambiental o algo parecido, sino todo aquello que tenga que ver con ahorro en economía, sobre todo en la mía particular, pues aquello me encanta.
Así que como un último homenaje post mortem, antes de desecharlo, y a manera de despedida, presiono alguna de sus ilegibles teclas, y lo alojo allí en la bolsa y, me voy alejando lentamente, como el las "pelis" que todo transcurre a manera de cámara lenta, cuando ya estoy cruzando el umbral de la cocina y me estoy perdiendo por la sala, viene a mi oído una melodía ya conocida, sí, es mi viejo teléfono que, anuncia con su voz de siempre y conocida que, aún está vivito y coleando. Corro a su lado y como a un recién nacido, o en este caso, un resucitado muerto y casi sepultado, procedo a levantarlo y empiezo a prodigarle todo el amor y, el cuidado que, en verdad sé, que realmente se merece.
Comentarios