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SOY UN SUPER HÉROE

  … Para Mis Mascotas Cuando era chiquito , crío, párvulo, infante o como quieras llamarlo quería ser un super héroe tan igual como aquellos de las tiras  comics  de las revistas que acostumbraba leer, deseaba tener super poderes, volar, luchar por la justicia y salir siempre vencedor de aquellas lides donde los malos pretendían salirse con la suya, en fin. Y también creo que, eran la aspiraciones de todos aquellos chiquillos de aquel tiempo. Eran deseos nobles, como la nobleza de los héroes protagonista que leíamos en las historietas, que mantenían a sus ciudades utópicas libres del crimen. La "tv" era algo secundario e intrascendente mientras corría nuestra niñez, más bien las correrías en los parques, en las calles y campos era nuestra exigencia, diversión y entretenimiento prioritario. Ahora, me llama la atención las declaraciones honestas de cierto niño, interrogado acerca de su héroe favorito y/o aspiraciones. Y reconoce que su máxima aspiración es llegar a conoc

DAVID CONTRA GOLIAT


Lograr que acepten y den curso a una solicitud de servicios básicos públicos, podría considerarse, como un triunfo épico, digno de las hazañas de los héroes griegos, que después de innumerables batallas, interminables obstáculos y con la ayuda de los dioses del olimpo al final, se coronan como vencedores.

Siempre escuchaba o veía por la tv, de los sufrimientos y maltratos a los ciudadanos, atrapados por los tentáculos de la burocracia.

Mi odisea se inicia cuándo, yo, cuál héroe helénico, escucha el llamado de los dioses y tras una epifanía, decido solicitar para mis dominios, agua y desagüe.

Al cabo de un año, y después de pagar hasta el último chelín, con sus respectivas moras e inapelables intereses, concluyo de pagar el contrato con la proveedora del servicio.

Mis pensamientos evocaron el día, que suscribí dicho convenio, y que luego me aseguraron, procederían a su inmediata conexión.  Inocente atribuí la demora, a la razonable idea, que se asegurarían de cobrar primero antes de colocar los servicios.

Sin embargo, ya ha pasado una pandemia global, está pasando la segunda ola de dicha calamidad, han pasado tres presidentes por mi país, desde aquel día, y no consigo un número telefónico de alguna alma, que dé solución a mi necesidad.

Cuando por fin, una de sus innumerables teleoperadoras, creo que las colocan allí sabiamente para poner a prueba nuestra serenidad y paciencia, tocada por algún dios benigno, se apiada de mí y me proporciona el número del gerente.

Después de llamarlo y explicarle, pormenorizadamente mis peripecias. Al final, con una solemnidad propia de un rey y no menos digna de su cargo me dice, señor está usted hablando con el gerente. Su solicitud inmediatamente será atendida.

Enhorabuena, me felicito calladamente, de haber osado en llamarlo y distraerlo un momento, de sus importantísimas tareas, que seguramente realiza en beneficio de los moradores de este Reyno (ciudad). Y con el orgullo henchido, doy gracias algún dios bienhechor hindú, porqué allí los hay para todos y para todo, por haberme concedido tal gracia.

Pasan unos días. Una semana y nada, hasta que decido llamarlo nuevamente, y le explico que nada, ni una respuesta, ningún correo, ninguna señal de humo blanco o negro. Y sólo atina, ahora con menos solemnidad y con más premura por deshacerse de mí, a brindarme el número telefónico de otro gerente.

Luego este, me deriva a otro subgerente, que me asegura que atenderán mi pedido a la velocidad de un rayo, y que espere su llamado.  Pero el llamado nunca llega, ni sombra, ni rayo, ni luz, ni agua, nada.

A este punto mi equilibrio espiritual tambalea, mis esperanzas de conseguir este preciado recurso se escurren como agua entre mis manos.  Una vez más, le pido al dios de la paciencia me prodigue, unas gotas de este elixir, para que renueve y anime.

Mis cavilaciones me llevan a la confirmación de mi vieja sospecha que, hay demasiados gerentes y sub gerentes, para todos los gustos y colores y, no hay algún cristiano común que pueda hacer el trabajo de romper la vereda, para conectarme a la red pública y, dotarme del líquido elemento.



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