Quedarse sin red es lo peor que podría pasar en casa, todos salen despavoridos de sus rincones a ver qué es lo que ha pasado. Y es que la señal de la red en casa, últimamente se está volviendo más y más inestable. De manera que, mi mujer encargada de todos los procedimientos legales de filiación con la empresa proveedora del servicio, en consecuencia, es la delegada de activar y gestionar los protocolos de emergencia burocráticos, que haga posible de manera inmediata y efectiva que nuestra red vuelva a la vida, y que nuestras vidas no sucumban ante el caos. Recuerdo, hace algunos lustros atrás, cuando la red estaba en sus inicios, los sistemas de seguridad eran prácticamente inexistentes por lo que durante mucho tiempo accedimos en casa, a la red de una empresa vecina colindante, de manera que, usufructuábamos de este servicio gratis en toda la casa, sin pagar un chelín. Pero los años pasan y todo cambia, ahora hay ciertos códigos o claves encriptadas que hacen que tu red sea e
Mis primeras lecturas cuando era un chibolo las recuerdo perfectamente, me encantaban las historietas en especial las de condorito, de hecho las coleccionaba hasta ya entrado en la adultez. Luego por sugerencia y animado por mi amigo de la infancia que era un eximio lector en aquel género de lectura, me fui metiendo sin saberlo en el mundo de los libros de bolsillo, con las famosas coboyadas* del oeste. En un principio me parecían un montón de letras sin fin, carecían de cualquier gráfico salvo el de la tapa y la contraportada. Todo un bloque de letras en formato pequeño de allí su denominación, me parecía algo extraño y poco menos que aburrido irrumpir en dicho genero, por la ausencia de dibujos a los cuales estaba acostumbrado, pues no me imaginaba como disfrutar la historia, sin su respectivo cartoon , pues estas le añadían a la lectura un soporte más visual y la narrativa se hacía vivida. Me convertí en un adicto consumidor de ellas, las podía llevar a todo sitio, metidas en