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Mostrando las entradas de agosto, 2021

Jaquearon mi internet

  Quedarse sin red es lo peor que podría pasar en casa, todos salen despavoridos de sus rincones a ver qué es lo que ha pasado. Y es que la señal de la red en casa, últimamente se está volviendo más y más inestable. De manera que, mi mujer encargada de todos los procedimientos legales de filiación con la empresa proveedora del servicio, en consecuencia, es la delegada de activar y gestionar los protocolos de emergencia burocráticos, que haga posible de manera inmediata y efectiva que nuestra red vuelva a la vida, y que nuestras vidas no sucumban ante el caos. Recuerdo, hace algunos lustros atrás, cuando la red estaba en sus inicios, los sistemas de seguridad eran prácticamente inexistentes por lo que durante mucho tiempo accedimos en casa, a la red de una empresa vecina colindante, de manera que, usufructuábamos de este servicio gratis en toda la casa, sin pagar un chelín. Pero los años pasan y todo cambia, ahora hay ciertos códigos o claves encriptadas que hacen que tu red sea e

COBOYADAS

  Mis primeras lecturas cuando era un chibolo las recuerdo perfectamente, me encantaban las historietas en especial las de condorito, de hecho las coleccionaba hasta ya entrado en la adultez. Luego por sugerencia y animado por mi amigo de la infancia que era un eximio lector en aquel género de lectura, me fui metiendo sin saberlo en el mundo de los libros de bolsillo, con las famosas coboyadas* del oeste. En un principio me parecían un montón de letras sin fin, carecían de cualquier gráfico salvo el de la tapa y la contraportada. Todo un bloque de letras en formato pequeño de allí su denominación, me parecía algo extraño y poco menos que aburrido irrumpir en dicho genero, por la ausencia de dibujos a los cuales estaba acostumbrado, pues no me imaginaba como disfrutar la historia, sin su respectivo cartoon , pues estas le añadían a la lectura un soporte más visual y la narrativa se hacía vivida. Me convertí en un adicto consumidor de ellas, las podía llevar a todo sitio, metidas en

LAS TABAS QUE MI VIEJO ME COMPRABA

  Eran unos botines negros que terminaban en una pequeña punta cuadrada, y diablos como me disgustaba usarlos, hacia todo lo imposible por acabarlos ya mismo. Los sometía a las pruebas más rudas jamás testeadas, pero aquellos asistían a ellas y emergían de éstas sin el menor rasguño e indemnes como entraban salían, por más que me esforzaba en acabarlos, creo que, estos habían nacido para vencer. Es como si especialmente los hubiesen concebido para mí. Cuando eres un chibolo de antaño, pues los de ahora son en extremo sedentarios, las tabas* solo te duraba tres o cuatro meses, eran literalmente una pelea natural de sobrevivencia, ellas o nosotros, y siempre nos coronábamos como vencedores. Hasta que aparecieron estos botines que le encantaba a mi viejo y yo detestaba. En aquel tiempo, estoy seguro de ello, los chibolos teníamos encadenados a nuestros pies al mismísimo demonio y este trataba de liberarse pues no había piedra, lata o cualquier otro objeto suelto o parte del mobiliari

La paciencia mi mujer y yo

  Cundo por algún motivo mi mujer me pide que la acompañe a algún lugar, en realidad lo que necesita es transporte, por lo que yo no de muy buen agrado decido hacerlo. Y es que las mujeres, en especial mi mujer pierde la noción del tiempo, cuando sale de compras, o al mercadillo cercano a la casa a realizar cualquier doméstico mandado, digamos que mínimo se toma un par de horas en estos tramites, mientras que yo en un tris, sin necesidad de montarme sobre mi vehículo prefiero treparme a mi bici y listo. Hace años que dejó de gustarme la experiencia de estar al volante , y no porque sea una grata experiencia y placentera, sino que todo el encanto se pierde cuando otros seres con menos sentido común que el que tu posees, comparten la misma vía, y se atreven a rodar por la ciudad para mi disgusto. Indefectiblemente terminamos en malos términos, ante mi irritabilidad y poca paciencia así que, siempre me recrimina la poca paciencia que tengo y está la tribuye a mi madura edad, a mis ca

UN TOUR POR LA CITY (ll)

  Capitulo: el siguiente al que numeraste   - Escena 4. Deseas acceder a alguna galería -entiéndase como galeria, en su acepción propia de estas tierras, a tiendas departamentales de retail -  cercana o lejana, pero todas las calles que dan acceso a ellas están cercadas con barras de hierro, a manera de cárceles, cuyo unico objetivo de  su instalación, fue -sólo en el sentido pretérito simple y perfecto de los verbos ir y ser- evitar (otro eufemismo) la presencia de vendedores informales en estos espacios, pero hay mini puertas sabiamente puestas a cada lado de la acera y, una puerta gigantesca de doble hoja que ocupa toda la vía central, pero resulta que todas están cerradas y solo han habilitado la mitad de una hoja de ella, entonces todo el mundo se esfuerza por salir o entrar por dicho espacio, para acceder o salir de algún mercado o galería. La postal parecería como una toda una ciudad embutida en unas pocas calles arrededor de estas " galerias ". En consecuencia