... Ante la evidente imposibilidad de lograr que cualquier texto sobre ciencias duras o blandas y, otras materias relacionadas con la academia formal, llegue a la mayoría de la gente, para que de algún modo todo este conocimiento generado no se pierda en el olvido y cumplan con algún otro objetivo, aparte del muy noble que se los concibió, como apolillarse en los anaqueles de las bibliotecas de las universidades, de los institutos y en fin, de cualquier otra institución académica. Entonces, es hora de repensar en nuevos formatos para dar paso a una eficiente y vasta divulgación. Cualquier documento científico o formal, en general, sigue ciertas pautas básicas y estrictas basado en la formalidad y rigor, en consecuencia, también la redacción y su formato de presentación responde a dichos parámetros. Se trata entonces, de buscar un vehículo más amigable para utilizarlo como contenedor, y este contenedor que recoge el conocimiento, tiene que romper con los viejos esquemas, para o...
No es un lenguaje vernacular, o lengua extranjera, que se está apoderando de nuestro léxico habitual, más bien es una especie de habla domesticada, muy propio de estas tierras, esmirriadamente refinada, labrada y esculpida en las litografías etéreas de las mentes de los sibaritas intelectuales de la calle. Y su uso se extiende y se hace más vertiginoso que virus en pandemia , pero a diferencia de ésta última, no deja muertos ni heridos, sólo desubicación, por la falta de entendimiento real del significado de las palabras escuchadas. Estoy seguro que pronto se derramará su uso, y éste desalojará inevitablemente a nuestra lengua materna, tal cual nos enseñaron en la escuela, pues los chibolos ahora ya son en extremo avispados en su uso, por lo que me queda solo dos opciones, el de ir aprendiendo su uso, o voy practicando el lenguaje de señas, pues de lo contrario será como un diálogo de sordos. Y es que esta singular forma de hablar ha sido acuñada por la real academia de la lengua...