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Mostrando las entradas con la etiqueta Zapatos

Jaquearon mi internet

  Quedarse sin red es lo peor que podría pasar en casa, todos salen despavoridos de sus rincones a ver qué es lo que ha pasado. Y es que la señal de la red en casa, últimamente se está volviendo más y más inestable. De manera que, mi mujer encargada de todos los procedimientos legales de filiación con la empresa proveedora del servicio, en consecuencia, es la delegada de activar y gestionar los protocolos de emergencia burocráticos, que haga posible de manera inmediata y efectiva que nuestra red vuelva a la vida, y que nuestras vidas no sucumban ante el caos. Recuerdo, hace algunos lustros atrás, cuando la red estaba en sus inicios, los sistemas de seguridad eran prácticamente inexistentes por lo que durante mucho tiempo accedimos en casa, a la red de una empresa vecina colindante, de manera que, usufructuábamos de este servicio gratis en toda la casa, sin pagar un chelín. Pero los años pasan y todo cambia, ahora hay ciertos códigos o claves encriptadas que hacen que tu red sea e

Una postal de los setentas

Recuerdo ahora, cuando era un crío por los años 70´s, poseía unos zapatos llamados macarios, eran simplemente descomunales y, diablos como me gustaban usarlos . Más ahora, que lo veo desde la perspectiva que da el tiempo, en consecuencia, la serenidad, la calma y el buen juicio y, sobre todo un elemental respeto por un elemental gusto , que proporcionan los años, es que me pregunto, a quién se le ocurrió tal innovación grotesca, y cómo pude haber disfrutado de tal experimento , en fin. No puedo encontrar otro símil para ilustrar aquellas tabas * como la que usan los clowns o payasos, simplemente gigantescos, titánicos, descomunales y endemoniadamente feos, pero re-diablos como me atraía ponérmelos. Los repujaba y pulía desde, uno simple con un pañito y agua, hasta uno militar con su betún apropiado, dejándolo tan brillante y reluciente como aquella idea que dio origen a este esperpento. De hecho, también los usaba acompañado de alguno que otro pantalón acampanado . Sí, viene a mi ment

LAS TABAS QUE MI VIEJO ME COMPRABA

  Eran unos botines negros que terminaban en una pequeña punta cuadrada, y diablos como me disgustaba usarlos, hacia todo lo imposible por acabarlos ya mismo. Los sometía a las pruebas más rudas jamás testeadas, pero aquellos asistían a ellas y emergían de éstas sin el menor rasguño e indemnes como entraban salían, por más que me esforzaba en acabarlos, creo que, estos habían nacido para vencer. Es como si especialmente los hubiesen concebido para mí. Cuando eres un chibolo de antaño, pues los de ahora son en extremo sedentarios, las tabas* solo te duraba tres o cuatro meses, eran literalmente una pelea natural de sobrevivencia, ellas o nosotros, y siempre nos coronábamos como vencedores. Hasta que aparecieron estos botines que le encantaba a mi viejo y yo detestaba. En aquel tiempo, estoy seguro de ello, los chibolos teníamos encadenados a nuestros pies al mismísimo demonio y este trataba de liberarse pues no había piedra, lata o cualquier otro objeto suelto o parte del mobiliari