Quedarse sin red es lo peor que podría pasar en casa, todos salen despavoridos de sus rincones a ver qué es lo que ha pasado. Y es que la señal de la red en casa, últimamente se está volviendo más y más inestable. De manera que, mi mujer encargada de todos los procedimientos legales de filiación con la empresa proveedora del servicio, en consecuencia, es la delegada de activar y gestionar los protocolos de emergencia burocráticos, que haga posible de manera inmediata y efectiva que nuestra red vuelva a la vida, y que nuestras vidas no sucumban ante el caos. Recuerdo, hace algunos lustros atrás, cuando la red estaba en sus inicios, los sistemas de seguridad eran prácticamente inexistentes por lo que durante mucho tiempo accedimos en casa, a la red de una empresa vecina colindante, de manera que, usufructuábamos de este servicio gratis en toda la casa, sin pagar un chelín. Pero los años pasan y todo cambia, ahora hay ciertos códigos o claves encriptadas que hacen que tu red sea e
El ver a alguien sosteniendo un libro entre sus manos es sumamente raro, y lo es aún más, si éste está leyéndolo, sea en el bus de transporte público, la calle, en algún parque de la ciudad, la playa o en algún acantilado de ésta, menos aún en las bibliotecas públicas o privadas, en el campo, aunque éstos han sido tomados por las urbes, en fin, en cualquier lugar. En el bus Logísticamente resulta imposible de implementar esta tarea, apenas uno puede treparse a uno de éstos, y mantenerse dentro sin ser profanado, es ya todo un hito, pues en estos armatostes, no cabe ni un alfiler. La imagen es muy similar a la que retratan las tiras cómicas, donde uno está literalmente ensardinado. No hay manera de avanzar adelante o hacia la parte posterior, sólo tienes que dejarte llevar por la marea humana, que en cada estación se mueve a empujones o trompicones, según la premura por acceder o salir de este medio de transporte. En la calle Sólo un mentecato como yo, se atreve a usar la call