... Ante la evidente imposibilidad de lograr que cualquier texto sobre ciencias duras o blandas y, otras materias relacionadas con la academia formal, llegue a la mayoría de la gente, para que de algún modo todo este conocimiento generado no se pierda en el olvido y cumplan con algún otro objetivo, aparte del muy noble que se los concibió, como apolillarse en los anaqueles de las bibliotecas de las universidades, de los institutos y en fin, de cualquier otra institución académica. Entonces, es hora de repensar en nuevos formatos para dar paso a una eficiente y vasta divulgación. Cualquier documento científico o formal, en general, sigue ciertas pautas básicas y estrictas basado en la formalidad y rigor, en consecuencia, también la redacción y su formato de presentación responde a dichos parámetros. Se trata entonces, de buscar un vehículo más amigable para utilizarlo como contenedor, y este contenedor que recoge el conocimiento, tiene que romper con los viejos esquemas, para o...
Recuerdo ahora, cuando era un crío por los años 70´s, poseía unos zapatos llamados macarios, eran simplemente descomunales y, diablos como me gustaba usarlos . Más ahora, que lo veo desde la perspectiva que da el tiempo, en consecuencia, la serenidad, la calma y el buen juicio y, sobre todo un elemental respeto por un elemental gusto , que proporcionan los años, es que me pregunto, a quién se le ocurrió tal innovación grotesca, y cómo pude haber disfrutado de tal experimento , en fin. No puedo encontrar otro símil para ilustrar aquellas tabas * como la que usan los clowns o payasos, simplemente gigantescos, titánicos, descomunales y endemoniadamente feos, pero re-diablos cómo me atraía ponérmelos. Los repujaba y pulía desde, uno simple con un pañito y agua, hasta uno militar con su betún apropiado, dejándolo tan brillante y reluciente como aquella idea que dio origen a este esperpento. De hecho, también los usaba acompañado de alguno que otro pantalón acampanado . Sí, viene a mi mente...